Un agujero negro es una región finita del espacio-tiempo provocada por una gran concentración de masa en su interior, con enorme aumento de la densidad, lo que provoca un campo gravitatorio tal que ninguna partícula material, ni siquiera los fotones de luz, puede escapar de dicha región.
Así pues, de acuerdo con la Teoría general de la relatividad, si te cayeras en un agujero negro pasarían dos cosas: depende de quién lo observara. Desde tu punto de vista, al ser engullido por el agujero, al principio sólo percibirías la ausencia de gravedad. Pero ésta iría creciendo rápidamente a medida que te aproximarais al agujero. 

Entonces atravesaríamos el horizonte de sucesos, que es una frontera del espacio-tiempo, una superficie imaginaria de forma esférica que rodea a un agujero negro, en la cual la velocidad de escape necesaria para alejarse del mismo coincide con la velocidad de la luz.

 Al atravesar nuestros pies, por ejemplo, este punto de no retorno, notarías que te estiras como un chicle hasta hacernos pedazos. Esto es lo que ocurriría desde tu punto de vista, ¿pero cómo contemplaría toda la acción un observador situado fuera del alcance del agujero?
Pues vería cómo nuestra velocidad se va reduciendo a medida que os aproximáis al horizonte de sucesos, sin llegar a rebasarlo nunca. Hasta que parezca que estáis detenidos en el espacio y el tiempo, como en una fotografía. Esto se produce debido al vertiginoso incremento de la velocidad de fuga necesaria para escapar del agujero. La luz que emitimos, que es lo único que percibe el observador ajeno de nosotros, tarda cada vez más tiempo en llegarle, y cuando la velocidad de fuga del agujero iguala a la de la luz, no nos movemos (para él).

Fuente: GenCiencia

Publicado por Nexus jueves, 21 de enero de 2010

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