Como una libélula, el prototipo imaginado por el explorador suizo Bertrand Piccard despegó a las nueve y media de hoy desde la base militar de Payerne, en el oeste de Suiza. Sin apenas ruido y tras recorrer sólo unos 100 metros, el Solar Impulse se elevó muy lentamente y desapareció en el cielo azul, dejando tras de sí una multitud de curiosos y periodistas.
El avión, propulsado por sus cuatro motores eléctricos de 10 caballos de potencia cada uno y seguido por dos helicópteros, ha volado durante una hora y media aproximadamente, pilotado por el alemán Markus Scherdel.
Como única fuente de energía, el aparato se vale de unas 12.000 células fotovoltaicas que recubren sus alas y que alimentan los motores eléctricos, además de permitir recargar sus baterías de litio de 400 kilogramos de peso. La envergadura de sus alas alcanza 63,4 metros -como un Airbus 340- y el peso 1,6 toneladas -como un coche-. Este primer vuelo sigue a un salto de unos 400 metros a muy baja altura realizado en diciembre de 2009.
"Nunca ha volado un avión de este tipo", ha dicho Piccard. El despegue era "un inmenso punto de interrogación", recordó y añadió que "este primer vuelo nos ha dado la confianza necesaria para las próximas misiones". André Borschberg, cofundador del proyecto, en el que participan 70 personas, dijo: "La primera cuestión era saber si teníamos potencia suficiente para despeguir y la segunda si podíamos hacer aterrizar este avión".
En 1981, otro avión solar ultraligero con un piloto a bordo, denominado Solar Challenger, voló de Francia a Inglaterra en cinco horas. Piccard, un aventurero de poco más de 50 años y nieto del inventor del batiscafo, Auguste Piccard, se convirtió en 1999 en el primer hombre en dar la vuelta al mundo en globo sin escalas.
Fuente: elPaís
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