Ilustración del detector de antimateria AMS instalado en la Estación Espacial Internacional |
En plena campaña de clausura del programa del transbordador espacial, la NASA ha tenido que cambiar sus planes debido a la decisión del equipo del gran detector de antimateria Alpha Magnetic Spectrometer (AMS) de hacer cambios estructurales en el instrumento. El último vuelo del transbordador será ahora el que lleve el AMS a la Estación Espacial Internacional, siempre que los científicos de 14 países que participan en el caro y largo proyecto sean capaces de tener listo para noviembre el detector tras el cambio de su imán criogénico avanzado por otro convencional. El vuelo del Endeavour, previsto para julio, queda así retrasado para noviembre (sin fecha concreta), y se convierte en el último previsto, en vez del Discovery en septiembre. Más de 6.000 trabajadores a punto del despido disfrutarán de un breve respiro.
El AMS espera encontrar, una vez instalado en la estación, nuevas partículas de antimateria y pistas de la misteriosa materia oscura del universo. "Es, con mucho, el proyecto científico más importante de los actualmente planeados para la estación", dice el físico teórico John Ellis, del CERN, donde se ha desarrollado el AMS. Sin embargo, otros científicos no creen tanto en el proyecto.
"Desde luego no estamos en una situación confortable", dice Manuel Aguilar, del Ciemat, principal organismo español en el proyecto AMS. "El calendario que tenemos ahora es bastante ajustado". Los responsables de AMS han argumentado estos días que la decisión de cambiar el imán superconductor por el imán convencional que se utilizó en el prototipo de 1998 se debe, principalmente, a que la NASA ahora ha aumentado el periodo de utilización de la estación de 2015 a 2020. En realidad, el imán superconductor, cuya electrónica ha sido aportada por los españoles, tiene un problema grave, ya que consume entre un 30% y un 40% más del helio refrigerante previsto, lo que reduciría su tiempo de funcionamiento de los tres años programados a menos de dos.
Algunos críticos han señalado a la revista Nature que con el imán antiguo, además de hacer falta más acopio de datos, sólo se podrá trabajar en un rango de energía menor. Además, creen que hacer un cambio tan grande puede ser fatal para el proyecto. "Las pruebas y verificaciones constituyen un proceso muy meticuloso que no se debería acelerar", señala Bob O'Dell, antiguo director científico del telescopio espacial Hubble.
"Para la parte del experimento de búsqueda de antimateria, hasta un teraelectronvoltio de energía, el espectrómetro reconfigurado tiene las mismas prestaciones en 10 años que el imán superconductor en tres, e incluso puede ser más competitivo porque lo que cuenta es la acumulación de datos", argumenta Aguilar. "También en la búsqueda de materia oscura prima la acumulación de datos, pero hay una parte del experimento que nos interesaba bastante que se degrada con el imán convencional y es el estudio de isótopos nucleares".
El AMS está ya en el CERN, donde fue ensamblado, de vuelta desde el centro científico y tecnológico de la ESA en Holanda, donde el aparato ha pasado pruebas de condiciones de vuelo. Se empezará a desmontar ahora y el próximo día 15 llegará de Alemania el imán convencional, que habrá que montar, así como reestructurar el equipo. Si se quiere volar en noviembre, el conjunto debe estar en el Centro Espacial Kennedy en septiembre.
El proyecto cuesta 1.500 millones de euros y lleva 15 años en preparación, liderado por el Ministerio de Energía de Estados Unidos. Su director científico es el premio Nobel Samuel Ting. España participa con 8 millones.
Fuente elPaís
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